
El supuesto nuevo PAN frente al viejo desafío de la credibilidad que solo ellos lo creen.
Por Antar Moisés N.
El Partido Acción Nacional presentó recientemente su nueva imagen institucional: un logotipo que busca proyectar modernidad, unidad y renovación. Sin embargo, más allá del cambio visual, el mensaje político que transmite este relanzamiento ha sido objeto de cuestionamientos, especialmente por la presencia de figuras históricas del partido como Ricardo Anaya, Francisco García Cabeza de Vaca y Xóchitl Gálvez.
El PAN atraviesa uno de los momentos más complejos de su historia reciente. Tras varios procesos electorales adversos y una pérdida sostenida de confianza entre sectores ciudadanos, el partido intenta reconstruir su identidad. No obstante, la presencia de los mismos liderazgos que han sido señalados por prácticas cuestionables o por representar los excesos del pasado genera un contraste evidente entre la intención de cambio y la realidad que proyecta.
Ricardo Anaya continúa siendo un personaje polarizante dentro y fuera del partido; García Cabeza de Vaca carga con procesos legales que dañan la imagen institucional, y Xóchitl Gálvez, pese que busca tener carisma con los políticos, se ve claramente que busca ayuda para continuar dentro de este gremio, a su vez ayuda para buscar protección a su hermana detenida por secuestro.
Acaso no dijo que se saldría de la política al perder la elección después de la pelea con Marko Cortés, es obvio que sin la capa del poder, sus empresas no figuran igual, y pese a querer verse como una persona humilde en este evento, no logró la atención de la mayoría ahí presente, su candidatura quedó en el olvido.
No logro una narrativa sólida ni una base política que trascienda lo electoral y quede una sombra que prevalezca. Recordemos que hizo perder a esta alianza de forma abrupta ante la hoy presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
En conjunto, estos liderazgos no simbolizan renovación, sino continuidad.
El desafío para Acción Nacional no es solo de comunicación, sino de fondo. El problema radica en su desconexión con las nuevas generaciones y con una ciudadanía que exige coherencia, transparencia y resultados tangibles. Cambiar el logotipo o el eslogan no resolverá la crisis de identidad mientras no exista una autocrítica profunda y una apertura real a nuevos liderazgos.
México necesita una oposición que dialogue, que proponga, que fiscalice con argumentos y no con rencor. Una oposición que mire hacia el futuro y no se quede atrapada en los conflictos del pasado. Si Acción Nacional aspira a recuperar su papel histórico, debe entender que la credibilidad no se hereda ni se diseña: se construye con hechos, con ética y con nuevas voces.
De no hacerlo, su nuevo logotipo será solo un símbolo más en la larga lista de intentos por maquillar una crisis que, en realidad, exigen los mexicanos más allá de un color, buscan un cambio real, en un partido con quien primero teje alianzas, al verlo cerca de ahogarse, esa es la realidad el PRI esta cayendo en la debacle qué llevaron ellos mismos al PRD, hoy el país pide una política honesta y moral, algo que este partido no tiene.
El azul solo cambio de firma con las mismas caras que siempre han señalado como deshonestos y con acciones turbias, como jorge Romero, Ricardo Anaya, Francisco Cabeza de Vaca, Felipe Calderón, García Luna, así sucesivamente, que opinan de su nuevo lanzamiento como una parodia de operación triunfo, la casa de los políticos o la academia.
Ustedes me dirán.
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Por. Antar Moises N.












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